lunes, 27 de febrero de 2012

SIERRA DEL CAILLO DESDE UBRIQUE


Nos acercamos a la Legítima población del cuero, patria chica de un afamado torero, y aparcamos nuestro vehículo (si es que precisamos de él) cerca de la Fuente de los Nueve Caños, y pronto nos daremos cuenta del porqué de su nombre. Aunque su origen le viene de los árabes su construcción es de principios del s. XX, es un manantial que recoge las aguas de la sierra de Ubrique y le sirve a los ubriqueños para su abastecimiento, y hay que comentar que en este momento es el único aporte del río.
 Comenzamos nuestra ascensión por el Camino de Benaocaz, que arranca con mucha pendiente, para en unos 800 metros, adentrarnos en la Historia de sopetón, y es que este camino, formaba parte de una red secundaria de comunicación que unía la ciudad de Ocurri con Acinipo y Lacilbula, siendo este un ramal de la vía que iba desde Carteia hasta Corduba, capital de la provincia Bética.


Los procedimientos de construcción de las calzadas romanas, así como los materiales empleados por los ingenieros eran tan eficaces, que hoy, 2000 años después, aún se conservan en un estado bastante aceptable y por supuesto, transitable. La diferencia que nos separa de los romanos es que ellos construían para la eternidad, empleando material sólido y con técnicas perfectas. Por eso construyeron vías de comunicación que unían varios países europeos. Pero la construcción de las calzadas  en un principio se debía más a motivos estratégicos y militares que a intereses económicos. Éstas calzadas permitían el rápido movimiento y traslado de las tropas romanas de una a otra parte del imperio, ya que , el transporte de mercancías se realizaba por vía marítima que era más rápida y segura. Las calzadas se han caracterizado por ser rectilíneas en los terrenos llanos pero cuando se tenía que atravesar una cadena montañosa se excavaba en las laderas hasta conseguir la inclinación adecuada y para ello tenían que construir muros de contención llamados calzos y de ahí viene el término de calzada.


Bueno pues caminando por esta calzada romana, disfrutaremos de un agradable paseo por nuestra Historia, y casi sin darnos cuenta, habremos llegado a Benaocaz, donde deberemos buscar la Plaza de las Libertades, a la cual llegaremos por la calle Lavadero, y seguiremos cruzando este bello municipio hacia el SSE, buscando ahora la antigua plaza de toros, enterrada hoy día, y junto a la cual hallaremos una cancela de hierro por la que nos adentraremos en las faldas de la sierra del Caillo. Dejamos la ermita del Calvario a estribor, y marcando un rumbo SE hasta encontrar una marcada vereda que asciende muy cerca de la pared del Cintillo, por un camino pedregoso en el cual debemos extremar la precaución, pues es zona de umbría y suele estar resbaladizo.


Pasamos un lugar donde hay unos comederos de ganado, y rodeados de majuelos vamos acercándonos a una zona de pedrera suelta en la que hay que buscar el camino que se dirige bajo la pared caliza, hacia un colladín en el que hayamos una angarilla por la que damos paso a un pequeño llano verde desde el cual 


tenemos unas vistas excepcionales del camino que aún nos queda por recorrer.


Desde este collado, contemplamos un precioso encinar que se extiende a lo largo de una vaguada de tierra rojiza a través de la cual caminaremos en busca de la cumbre más alta de la sierra del Caillo, que ya la adivinamos desde hace un rato. Como casi siempre que subimos a estas montañas de nuestra querida sierra, pisamos terreno kárstico, tapizado de tomillo, gamones, aulagas, peonias… todo un placer para los sentidos, aunque no estemos viviendo un buen momento en cuanto a la meteorología se refiere, pues las precipitaciones han sido, o están siendo, muy escasas y eso desvirtúa bastante el paisaje… igual que se ha desvirtuado mucho el pop-rock hispano con la desaparición de Enrique Sierra, guitarrista de Radio Futura, el día antes de subir nosotros al Navazo Alto…
Continuamos por esa bermeja vaguada pensando que es impresionante la diferencia de temperatura que tuvimos hace dos semanas en sierra de las Nieves, con seis bajo cero y un viento insoportable, que hizo congelarse todo, y este sábado esplendoroso en el cual caminamos en camiseta.
 Ya la primavera ha explotado de alguna manera, pues aulagas y lirios decoran nuestro alrededor, con colores amarillos y violetas… ¡que pena que no encontrásemos amapolas…
Llegando a la cumbre, vemos una oquedad en la pared, a la que nos podemos asomar con cuidado, pues la entrada es cara norte y siempre resbala, es la Sima del Cao, que tiene una antigua instalación de espits de métrica 8 para poder descender, pero eso es trabajo de espeleólogos, así que nosotros a lo nuestro, que es el camino.
Tras los últimos 60 metros de desnivel positivo, nos encaramamos a la arista cimera de la Sierra del Caillo, y cuan grata fue nuestra sorpresa al comprobar visualmente la colorida decoración del elemento de señalización geodésica que en su día, los señores agrimensores mandaron construir en este precioso lugar.


La Ley sobre señales Geodésicas y Geofísicas protege estas señales desde 1975, y deben estar pintados de blanco, pero en los tiempos que corren, parece que estas señalizaciones carecen de importancia, o cuanto menos, no cumplen la función para la que fueron construidos, pues hoy día, con satélites y gps se puede cartografiar y/o fotografiar el terreno sin la ayuda de estos postes.
Buscamos un camino que baja directamente desde la republicana cumbre del Caillo hasta la Payoya ermita del calvario, y vimos numerosos grupos de Capra pirenaica encaramadas en los espectaculares 


riscos de esta, la cara Sur del Navazo, y al llegar a la mencionada construcción de culto, sacamos de las 


mochilas nuestra despensa y dimos buena cuenta de ella, para ponernos en marcha una vez acabado el manjar y continuar bajando hacia el rocódromo de Villaluenga, tomando el camino que se aleja del pueblo


 a través de la Manga, y aunque hay que andar un poco por la carretera, enseguida vemos una senda que discurre paralela al asfalto, por su margen izquierdo según bajamos, y que poco a poco se va alejando de la carretera hasta adentrarnos en una calzada medieval, desecha en algunos tramos, pero bien conservada en otros, su origen fue un camino bimilenario   que unía las ciudades romanas anteriormente mencionadas y que en la edad media hasta la actualidad ha servido de paso a los animales. 


Y por este ancho pasillo vamos bajando hacia el área recreativa del Cintillo. Como este tramo de nuestra ruta, discurre paralelo a una carretera, aquí se acentúa un poco más la falta de escrúpulos del ser humano (algunos), que desde la comodidad de su auto arroja sin miramientos, por las ventanillas (deberían estar prohibidas las ventanillas) toda clase de desperdicios u objetos que ya no les sirven…
“A la luna los mandaba yo, a la luna sin oxígeno”… tomando prestado el estribillo de la canción Sin Oxígeno, de KOMA, grupo de Iruñea que lleva 15 años en escena y ahora ha sorprendido con su disco La Maldición Divina. No nos cansaremos de maldecir a todo el que deteriora el medio natural.
Llegados al área recreativa mencionada antes de ponernos a hablar de música, buscamos un gran abrevadero que está cercano a las ruinas del hotel Aguas Nuevas, y justo a pie de pilón sale un camino 


marcado y bien pisado, que baja de nuevo hasta Ubrique, entrando en la población por la calle de Ronda, y dando por terminada nuestra travesía.



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